Morir sin equipaje



Aunque era invierno, el lugar estaba lleno de flores. Los invitados se sacaban el abrigo y ensayaban un abrazo, casi en el mismo movimiento. De fondo sonaba un violín, que tocaba una sonata triste.

− Qué lindo todo, Marcela. Ella estaría orgullosa.

− Te admiro, Marce. La vida fue muy injusta. No debía irse así.

− Gracias por estar, chicos. Es lindo homenajearla cada año. Encima ella era tan buena persona… No lo merecía.

− En realidad, era insoportable.

− ¿Perdón?

− Digo que no tiene nada que ver si era buena o mala persona. Además, justo ella era una mujer bastante desagradable.

Todos se giraron con estupor. Marcela rompió en llanto y varios se acercaron a consolarla. A Matías, que había dicho sin escrúpulos lo que muchos no se animaban, lo invitaron a salir al patio.

− ¿Qué decís, estúpido?

− ¿Qué? Es la verdad. Me molesta muchísimo que digan que alguien era buena persona solo porque se murió joven. “No lo merecía”… ¿Alguien que era mala persona sí merecía morir? ¿Quién merece la muerte? Como si ser exitoso, solidario o inteligente hace que la muerte sea más trágica.

− Hay muertes que son más trágicas que otras.

− Sí y no. Puede ser trágica la forma en que murió, pero la muerte es muerte para todos y no hace distinción de quién es la persona que fallece. ¿Hay muertes con un valor diferente? ¿Es triste la muerte de alguien si nadie la llora? Si a una persona nadie la extraña, ¿realmente vivió?

− La vida es vida aún si nadie la ve.

− ¿Entonces toda vida tiene el mismo valor?

−Podría decirse, sí. El problema de tu lógica es que, si concordamos en eso, da lo mismo ser buena o mala persona, porque tanto la vida como la muerte serán lo mismo sin importar quién.

− No, para nada. Es mejor ser buena persona, siempre. El problema es que mucha gente, como la hermana de Marcela en este caso, piensa que hay que ser protagonista, cuando el foco está en lo que uno hace para mejorar lo que lo rodea. La vida de cualquiera vale lo mismo, no así sus acciones.

− “Del polvo vienes y en polvo te convertirás”. ¿Qué sentido tiene, entonces, hacer bien las cosas si eventualmente vamos al mismo lugar?

− Que yo no esté acá hablando de esto, por ejemplo – bromeó. – En primer lugar, creamos sentido cuando parece no haber uno. Toda persona quiere el bien, ¿no? Es innato. Además, repito: no importa ser recordado o no, sino que no se olvide lo que uno hizo en favor de dejar algo para los demás.

Su interlocutor lo escuchaba atentamente.

− De hecho, si mirás con atención, te das cuenta de que a vos también te dejaron cosas que jamás habrías tenido si no era por alguien más. Creo que al final de todo entendemos que la vida es una larga cadena de favores, y lo que hacemos repercute sin que nosotros nos enteremos. Por eso no importa si acá hay mucha o poca gente: eso no determina si merecía morir. A mí ella no me dejó nada, por lo que no voy a poder transmitirlo a nadie más cuando me muera. Somos pasajeros obligados a regalar nuestro equipaje, porque no podemos llevarlo a nuestro destino final. Pero si nadie nos dio elementos para llenar nuestras valijas, ¿qué podemos entregar a los que viajan con nosotros?

Marcela todavía no sabía quién era ese tipo, pero al menos ya no lloraba. Porque aunque Matías hablara de lo desagradable que era su hermana, ella ya tenía una razón más para extrañarla. Y cuando ese hombre se fue, sintió un peso extra. Pero no le molestaba: casi sin quererlo, entendió que en su equipaje había algo nuevo.

Y, antes de irse, recogió una valija no era suya, y que nadie se había olvidado.



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