Manual para enamorarse en los tiempos que corren


Primero usted debe, obligatoriamente, conocer a una persona, y que ésta le llame la atención. Sería extraño (aunque ideal) que usted la identifique como el amor de su vida en los primeros instantes, pero si esto no pasa, una simple atracción o interés es más que suficiente. Esta persona no debe cumplir ningún requisito estricto, así tampoco el interés, que puede ser instantáneo o luego de un tiempo de conocerla.

Una vez establecido el ya nombrado interés, usted debe empezar a imaginar algunas situaciones o desear encuentros casuales con la persona. También debe intentar coincidir en reuniones sociales o lugares comunes, para fomentar la conversación y el mayor conocimiento mutuo. Estos lugares no necesariamente deben ser físicos, los virtuales funcionan de igual manera.

Por favor entienda que cuando me refiero a encuentros físicos, hablo de encuentros personales. El otro tipo de encuentro físico (que a esta altura probablemente sabe de lo que hablo) será opcional, pero cuánto antes sea, menos garantía hay de que usted logre su objetivo, el cuál pasa por un plano sentimental y no por algo simplemente instintivo. El encuentro en persona, cara a cara, con charlas y ligeros roces proporciona un vértigo difícil de experimentar de otra manera y que, además, le garantizará un creciente deseo de continuar con su propósito, si es que el interés persiste.

Cuando haya acumulado unos cuantos encuentros, usted empezará a jugar un juego de identificación y desglose. Determinará, muchas veces erróneamente, qué actitudes de la persona son signo de interés. Empezará a analizar, casi involuntariamente, cada movimiento y gesto que realiza la otra persona en su presencia, a fin de precisar cuáles fueron pensadas deliberadamente para que usted las vea, cuáles son involuntarias pero que denotan interés, y cuáles simplemente son normales, sin ningún tipo de implicancia con su persona.

Usted deberá jugar con esas mismas actitudes. No hay tampoco algunas específicas, pero existen algunas comunes: una sonrisa al entrecruzar miradas, un toque en el hombro, una risa ante algún chiste (sin que necesariamente sea bueno), bromas inocentes, secretos internos, planes a futuro o conversaciones profundas.

Todos estos juegos no implican una atención y dedicación constante, ya que eso pondría al descubrimiento este interés creciente que usted siente. Es más, cierta dedicación debe ser destinada a pretender estar lleno de ocupaciones y falto de tiempo. Los mensajes no deben ser contestados automáticamente, ni con mucha emoción. Esta parte siempre deja a la persona deseando por más.

Luego de estas idas y venidas que a usted sin dudas le harán sonreír, debe establecer un encuentro. Esta vez, ambos a solas (los encuentros virtuales a solas, como los chats, quedan totalmente descartados por razones que creo obvias). No debe mostrarse con nervios, pero sí con picardía e ingenio. A esta altura, sus habilidades de identificación y desglose deben ser altas, ya que no tendrá ningún conocido con quien pueda discutirlas. Una vez finalizado éste, debe despedirse con la promesa de un siguiente.

A medida que pasen los encuentros, su interés irá creciendo, como la dedicación de ambos tanto a los encuentros físicos como virtuales. Y si, en algún momento, usted recibe un mensaje de la persona y sonríe, piensa en ella al levantarse o irse a dormir, habla a todos sus conocidos de ella o se le iluminan los ojos al pensarla: felicidades, usted ha logrado enamorarse.

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