Dudas de un imitador promedio



Yo no tengo historias para contar. Soy un tipo normal. Bah, “normal”. Mundano. Ya no sé qué es normal. Desde que a alguien se le ocurrió decir que todos somos únicos ya no se puede decir “normal”. Soy un tipo... ¿común?

En mi vida no hay eventos destacables. Ni siquiera vistos desde mi óptica. Viajé, sí, pero otros han viajado más o tenido experiencias más divertidas en viajes. Me enamoré, sí, pero casi todos los demás también. Y quizás más veces. Tuve sorpresas y decepciones, no más ni menos que cualquier otra persona. ¿Seré parte de una sociedad de mundanos? ¿Quién es esa otra persona, ese "los demás", esos otros?

Quizás nos comparamos con un promedio que armamos entre nuestros conocidos. Y si tomamos ambos extremos, siempre caeremos en el intermedio de lo común. Compararnos con un extremo es inútil, claro está. Es obvio que tu vida será mejor que la del pobre desdichado al que le pasa todo lo malo y peor que la de aquel que no puede sacarse la sonrisa de la cara. Pero... ¿no es igual de inútil tomar un promedio, una persona que, en realidad, no existe?

Siempre siento que hay una fiesta en otro lado que me estoy perdiendo. Eso es... ¿común? Tengo relatos de mis mejores noches y los momentos más graciosos de mi vida, y no entiendo cómo llegué a disfrutarlos tanto. Fui todo lo pleno que ahora no soy. ¿Será que tengo que dejar de pensarlo? Como si fuera tan simple.

Lo mejor viene sin pensarlo. Cierto. Pero... ¿en qué pienso mientras tanto? ¿No apuntamos todas nuestras acciones hacia un objetivo último de felicidad, plenitud o satisfacción? ¿Y no es eso "lo mejor" que podemos alcanzar? Entonces sí tenemos que pensar en lo mejor. O al menos tenerlo presente. Viene sin pensarlo, pero si no apuntamos a él, no llegará. ¿Por qué tiene que ser tan complicado?

Quizás la vida es un círculo vicioso de insatisfacción sutil. Estará ahí, siempre, sin que la notemos. Pensando que la estamos evadiendo. ¿Los felices? Serán mentirosos, confundidos, locos. Locos... A veces quisiera estar loco. Ver qué se siente. ¿Y si lo estoy? ¿Quién piensa todo esto, como yo? ¿Seré el único? ¿La unicidad es sinónimo de locura? A esta altura, ni estar loco me sale bien.

No es solo mi culpa, ¿no? A ver: nadie jamás me enseñó cómo estar loco adecuadamente. Tampoco me enseñaron a ser normal. ¿Y si no sabían? Eso significaría que yo imité toda mi vida a ignorantes. O a otros imitadores. ¿Alguien alguna vez supo ser normal? ¿O la imitación es el único legado de las generaciones pasadas? En ese caso, el no ser únicos no pasaría porque hay muchos "normales", sino por la ausencia histórica de la normalidad. Nos une esa ausencia. La sociedad se rige a partir de reglas creadas por repeticiones que se volvieron normas.

Si no repito esas normas, quizás logre ser diferente. ¿Quiero ser diferente? ¿De quién? No sabría cómo hacerlo. ¿Por qué nos llaman a ser diferentes? ¿Será porque, en realidad, no saben qué es ser “normal”? Todos apuntan a ser diferentes, y eso nos une. La normalidad es el intento de diferenciarse. Queremos ser diferentes, sí, pero tampoco tanto. Buscamos repetir lo que los demás hacen en su justa medida. Imitadores, no repetidores. Pero tampoco innovadores.

Al final, todos terminan siendo normales. ¿Y si yo soy el primer diferente? ¿Cómo sería? No tengo ni idea. Pero... puedo inventarlo. Inventar la diferencia, inventar a los únicos, inventar una nueva forma de ser. Ser lo que nadie nunca fue.

Oh. Y si nadie fue eso, ¿significa que yo dejaría de ser? El abandonar mi ser me suena muy parecido a morirme. Yo no quiero morirme. No. Prefiero quedarme con mis historias. Prefiero ser mundano. Común. Normal. Prefiero estar, y disfrutar que estoy. A fin de cuentas, estoy vivo. ¿No es esa una gran historia?


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