Pies congelados


Una vez leí que los pies son el termómetro del cuerpo. Y cuánta razón hay en esa frase. Hace ya más de diez minutos que estoy intentando dormir. Pero tengo los pies congelados. Bueno, creo que pasaron diez minutos. También leí que las personas tardan en promedio siete minutos y medio en dormirse. ¿Y si pasaron menos de dos minutos desde que me acosté? Nunca voy a saberlo.

Tengo tres mantas y medias puestas, pero siguen estando congelados. Quizás si los encierro entre mis piernas se calienten. Y así ya me puedo dormir. Qué grande que se ve mi cuarto. Cuando está todo apagado y los ojos ya se adaptaron al vacío de la oscuridad, todo parece más amplio. Y yo acá, muy pequeño, envuelto en mantas. Qué chicos que somos. No somos nada en el mundo, simples almas pasajeras que rara vez dejan marca. A ver, si me cambio de posición quizás logre dormirme. La luz de mi celular titila y lo que es en el día algo insignificante se transforma ahora en un reflector. Voy a probar juntar los pies, a ver si se calientan.

Cuántas veces me equivoqué, por dios. Con Valeria, sobre todo. Esa vez que me preguntó cómo andaba y yo le dije “hasta mañana”. De nervioso nomás. Ahí arruiné todo. No, quizás no. Debo estar exagerando. Pero tengo que animarme más con ella. Nunca voy a nada de lo que me invita. Siempre tengo una excusa, que estúpido que soy. Igual, no sabría qué hacer con ella. Suena el celular. ¿Será ella la que me habla? No, seguro que no. Pero puede ser. Sería una noche espectacular si lo fuera. Por favor que sea Valeria. No es ella.

Si me acuesto con el oído pegado en la almohada escucho un golpeteo. Qué extraño. Me voy a agarrar los pies con las manos a ver si dejan de estar congelados. No puedo cerrar los ojos. ¿Qué pensará la gente de mí? ¿Seré un buen tipo? ¿O soy un cualquiera? ¿Cuántas vidas impacté? A partir de mañana me propongo un cambio. Me lo prometo.

Suena de nuevo el celular. No lo voy a ver. Una vez leí que exponerse a pantallas antes de dormir te quita el sueño. Pero a mí lo que me quita el sueño es pensar si voy a ser alguien en esta vida. ¿Quién puedo llegar a ser? ¿Qué es ser alguien? ¿Alguien existió alguna vez e hizo algo tan impactante que todos queremos ser como él? En el fondo ya soy alguien, pero para todos no soy nadie. Para Valeria no quiero ser alguien. Eso sería ser un desconocido. Pero si soy alguien para el mundo soy conocido, y si soy conocido para el mundo, entonces lo soy para Valeria. Entonces quizás si deba ser alguien.

No es normal que los pies sigan fríos. Debo tener algo médico. Tengo que ir, para hacerme chequeos como mínimo. Si me hago bolita en la cama quizás se me acaloran los pies. Sólo soy un empleado de oficina al que le gustan los días de lluvia. Qué ganas de que llueva. Nadie me conoce como realmente soy. Quizás ni yo. Qué horror. ¿Qué es no conocerme? Ya eso sería ser el más nadie de los nadies. ¿Y si no existo para nadie? ¿Y si nadie me llora cuando me muero?

Qué tarado que fui en séptimo grado. Me acuerdo esa vez que me quise hacer el gracioso con la maestra y todos se terminaron riendo de mí. Me quedé frío. Pero no tanto como mis pies, por Dios, ¿qué les pasa? Tendría que haber aceptado el trabajo en esa oficina horrible. Al menos hubiera viajado. Ahora solo viajo todos los días a Constitución. Qué ganas de viajar, mañana me pongo a averiguar precios. Amo mi cama, no la cambiaría por nada en el mundo. No sé cómo es tan cómoda.

Quizás estoy enamorado de Valeria, eh. No sé. Me hace reír y me gusta que me hable. Quizás no es que muero por verla. Tampoco me veo toda una vida con ella, no. Bueno, quizás no la conozco del todo y sí me gustaría. Tengo que invitarla a salir. Al menos a un café. Para sacarme la duda. Qué loco todo lo que piensa uno antes de irse a dormir. Eu, el cuarto está más grande, quizás porque está más oscuro. O mis pupilas se abrieron más. En verdad creo que se está haciendo de día.

− ¿Después de la oficina vamos a tomar algo?

− No, Vale, te agradezco. Anoche tenía los pies congelados y no pude dormir.

Comentarios

Entradas populares