Memorias inconclusas
– ¿Por qué nuestras historias nunca son suficientes? ¿Por qué a nuestra vida siempre le falta algo? Hay muy pocos momentos de felicidad plena, somos seres ambiciosos y siempre queremos más. Apenas llega la felicidad, llega el deseo y con él la insatisfacción. E inmediatamente perdemos esa felicidad que teníamos.
– La felicidad no se pierde, simplemente se transforma en un recuerdo. Una vez vivida, el ser humano quiere volver a ella. Por eso se dice que uno siempre vuelve al lugar donde fue feliz
– Entonces vivimos del recuerdo. Caminamos hacia adelante mientras miramos hacia atrás. ¿Cómo es posible avanzar de esa manera?
– ¿Y quién dijo que tenemos que avanzar? El ser humano tiene un concepto de movimiento, de alguna manera no soporta la quietud. Y de ahí viene la ambición. Queremos movernos "hacia adelante", aunque muchas veces ni siquiera sabemos a dónde estamos yendo. Queremos cambiar, pero no sabemos a qué. Y a veces tampoco sabemos por qué. Es necesario tener la cabeza clara.
– Eso es imposible. Siempre hay un amor frustrado, un fracaso, un deseo inconcluso. Acordarse de todo eso no nos permite pensar claramente. La mente solo acumula recuerdos hasta que en algún momento rebalsa. Y ahí quizás es cuando llega la muerte.
– La muerte no es el agotamiento de la memoria. Es el comienzo de ella. La memoria sobre uno, sobre quién fue y qué hizo. La vida se trata, entonces, de una elección: si queremos construir memorias o si queremos que las memorias nos construyan a nosotros. Si sólo nos centramos en lo que habita en nuestra memoria, no vamos a poder agregar nada de afuera.
– Entonces cuánto más recordamos, menos podemos vivir. ¿De qué sirve la memoria, si no es para preocuparnos?
– No lo dije yo, lo dijo alguien más sabio. Gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama experiencia. Si fuéramos seres sin memoria, ¿cómo existiría el amor, la amistad, el éxito? Sin memoria no hay forma de ser feliz. Simplemente hay que encontrar la forma de que el recuerdo sea un pasado del que se aprende, pero no depende
La memoria no era su fuerte. De repente, todo en su mente comenzó a fluir. El pasado ya no era el mismo.
– ¿Y cómo se logra eso
– No por nada existe el arte. El arte logra convertir hasta la memoria más horrenda en una forma de conexión con el ser humano. Sin arte la vida no tendría sabor. Por lo tanto, si lo que le da sabor a la vida es, a fin de cuentas, la memoria; ¿cómo es posible no querer recordar?
Se despidieron con un abrazo y una promesa de reencontrarse que jamás se iba a cumplir. Pese a que quería explicarle a todo el mundo la importancia de la memoria, lamentaba que no iba a recordar exactamente la conversación que lo había cambiado.
Y eso, en el fondo, era lo mágico. El recuerdo inconcluso se transforma en una memoria a la que uno puede completar. Y, a partir de eso, podría crear su propio discurso. "La memoria es el engranaje de la creación", se dijo a sí mismo, sonriendo. Era bien consciente de que eso tampoco lo iba a recordar.
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