Otros tiempos
Papá, ¿no me querés contar cómo era cuando eras más joven? Dale, contame. Me encanta cuando hablas de eso. Se te iluminan un poco los ojos. Si, a veces los tenés grises. Se te nota. No me gusta cuando te ponés a extrañar, te ponés triste.
Dale, papá, contame. Cuando me contás extrañas, pero... extrañas más feliz. No te da la extrañitis mala. ¿Qué? Mamá le dice así. Me gustan esos cuentos de cuando salías de fiesta con tus amigos. Una vez me contaste que hicieron lío, y mamá se enojó. Pero a mí me re gustó. Igual mamá dice que no quiere que yo escuche eso, porque de grande puedo llegar a hacerlo. Tampoco sé si voy a ser grande como vos, papá.
Contame de esos abrazos que te daba la abuela, esos que decís que te hacían sana sana en cualquier parte del cuerpo. Yo no tuve de esos, papá. O cuando te hacía la leche chocolatada a la mañana, antes de ir al jardín. Me encanta pensar en la chocolatada de la abuela. Nunca la probé. O también cuando te dejaba agarrar cualquier flor que quisieras. Y que vos te armabas un ramo con flores de todos los colores del mundo. No vi nunca esas flores. Contame cuando ibas a pescar con el abuelo, y había ese olor feo pero que vos decías que te ponía feliz. Porque ese olor era que habían agarrado peces. Yo sólo ví peces que no nadan, papá.
Dale, que yo sonrío si vos sonreís. Contame de cómo podías llegar de afuera e ir directo a ver tele. Contame cómo el tío te molestaba y vos también a él. Y cómo cuando venía tu primo lo podías abrazar bien bien fuerte. O cuando tenían un perrito que corría muy muy rápido, que casi que no le podían ganar. Pero no me cuentes la parte en que lo llevaron a una granja. Esa me pone triste. Igual a veces juego a qué estoy en esa súper granja llena de animales que me quieren mucho.
Dale, papá. ¿No te acordás cuándo me decías que íbamos a ir a desayunar a ese lugar que te llevaba tu madrina? Ya sé que es muy difícil, pero vayamos igual, dale. O al menos contame cómo es. ¿No fue ahí que conociste a mamá? Sí, fue ahí, me acuerdo. Que me contaste que te sirvió unas masitas y vos no la dejaste de mirar. Y que después fueron a tomar una cerveza y se dieron un beso en la boca. ¿Por qué no se dan más besos así? Mamá dice que cuando sea grande quizás pueda tener novia. Pero no creo que sea tan linda como ella.
Siempre tenés una historia, papá. Yo las escucho todas, enserio. A veces juego a que soy vos y corro todo el tiempo como si estuviera en el campo ese que ibas. El de los amigos de los abuelos. Me gusta jugar a ser vos. Mi imaginación vuela, papá. Mamá me contó que una vez volaste, en avión. Algo del trabajo. ¿No te acordás de cuándo trabajabas? Que tenías que ir de casa en casa y darle la mano a todos. Que divertido debe haber sido. Yo no le dí la mano a nadie, papá. Debe haber estado buenísimo ser vos.
Y eso del colegio, contame papá, dale. Que se juntaban todos y a veces molestaban a la maestra. Yo no puedo molestar a la maestra. Mamá dice que está mal, pero yo digo que alguna que otra vez no pasa nada. Contame cuando te casaste, dale. Que hicieron esa súper fiesta y se daban abrazos con todos. Que la abuela te dio un súper beso. Debe haber sido como los que me daba mamá cuando era bebé. Esos estaban re lindos.
Me acuerdo de tus cuentos con las avenidas llenas de gente y todos los autos juntos. O de ese que te daba golosinas en el colectivo. Me encantaría viajar en colectivo, papá, debe ser re divertido. O en tren, ahí debes ver re rápido todo. Yo me sentiría re grande viajando en tren. Contame cómo veías el monumento en la calle papá, o como ibas a la plaza a respirar aire fresco. Qué rico debe ser el aire fresco. Contame, dale. Contame cuando hacías todo eso. Que te comprabas un helado y caminabas con el sol en la cara. O ibas al cine y veías una película graciosa mientras otros que no conocías se reían al lado tuyo. Y cuando ibas a regarle las plantas a la vecina viejita. Contame cuando salías de casa, por favor. Lo necesito, papá.
Tenemos tiempo, papá. ¿Qué más vas a hacer? Ya escuché que por lo menos dos años más vamos a estar en cuarentena.
Quiero escuchar, papá, esas historias de cuando me dijiste que eras feliz, y no tenías ni la más mínima idea.
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