Mi debilidad más fuerte
Quiero escribir algo, pero no sé qué. Cada vez que agarro la pluma, solo aparece tu cara en mi cabeza. Y me das mil ideas para escribir, pero no me das ninguna que me guste. No quiero que ocupes ni un solo lugar de mi mente. Cada vez que aparecés en mis sueños o en mi imaginación te pido por favor que desaparezcas. Que te vayas. Que no vuelvas más.
Es insoportable tenerte cerca, pensarte, quererte. Llenás el vacío con más vacío, me envolvés en tristeza y abandonás en soledad. Cada vez que te veo soy inmensamente feliz, y a la vez inmensamente desdichado. Busco tu mirada y anhelo tu sonrisa, pero cada vez que las gano las siento distantes, lejanas, imposibles.
Sos el más perfecto enigma. No me diste nunca ni una pista. Flotás en tu belleza y te movés entre las incógnitas que van moldeando tu vida. Y a medida que pasa el tiempo, la idea que tengo de vos se fortalece adentro mío, y me hace cada vez más débil.
Sos eso, debilidad. No importa cuántas veces te evite, te olvide o te aleje. Cada vez que estás cerca de mí y compartimos el mismo horizonte, me desarmo por entero. Aun cuando estoy seguro, cuando sé a quién amar y quiénes me aman. Volvés, una y otra vez, haciendo tu presencia insoportablemente satisfactoria.
Y lo que más me molesta es que nunca me dijiste nada. No te entiendo, estás tan segura de quien sos y quién soy yo para vos. Lo tenés todo definido, y así mi seguridad muere en la tuya. Mis principios terminan una y otra vez cuando estoy a tu lado. Y con vos quiero dejar todo y caminar hacia la puesta del sol, pero a la vez me gustaría que sea el atardecer más nublado de todos.
Sos mi mentira piadosa, mi manzana prohibida, mi dulce pecado y mi capricho permitido. Cuando todo está bien, vuelvo a verte, como para sufrir un poco. Porque inexplicablemente encuentro cierto placer en la desdicha. Sos ese dolor oculto que de alguna manera me gusta.
Todavía no entiendo si nunca te amé o si te amé desde el primer momento. Veo mi vida con vos, pero no dura más de un solo día. Sin embargo, todo lo que imagine es en vano. Porque de alguna manera vas a salir con un desconcierto nuevo, con eso que nunca imaginé que pasaría.
Quiero meterme en tu cabeza y desentrañar todos tus misterios. Descubrir qué pasa por esa mente que sin quererlo me cautivó. Yo mismo me meto en la jaula de tu historia. Me encantaría saber qué se siente que me ames, me busques y me extrañes. Pero al mismo tiempo no entiendo si todo eso ya lo estás haciendo.
Tengo miedo, porque hoy se acaba la incertidumbre. Y aunque me quejé durante mucho tiempo, me sentía cómodo ahí. Porque tenía una oportunidad: la puerta estaba ligeramente abierta. Hoy decidí cerrarla, para bien o para mal, pero para siempre. No quiero extrañarte más, ni amarte en la duda. Ya tengo preparado mi discurso de cierre, mi autodestrucción y la apertura de mi futuro. Y aunque no lo quiero decir, encuentro un mínimo gusto en saber que las dudas ahora serán tuyas y ya no mías.
Y ahí estás, te veo llegando, soltándote el pelo y mirando a las flores que asoman entre los árboles. Todos mis músculos se tensan, estoy por poner el ladrillo final de la pared. Pero vuelvo a cometer el mismo error: te miré a los ojos y me sonreíste. Y el muro que tantas veces tardé en construir ya no existe más.
Comentarios
Publicar un comentario