Imaginaciones varias de un soñador esperanzado
Quisiera que guardemos nuestro encuentro con la promesa de que consistirá en eso, en una casualidad, solo para quebrantarla al otro día. Quisiera que rompamos las coincidencias, que nos olvidemos de la suerte y dejemos de lado la sorpresa. Quisiera que nuestro deseo se convierta en esfuerzo, y que el esfuerzo deje de costar y se vuelva una costumbre. De las buenas costumbres.
No sé, me pasa eso. No siempre tenés cara, a veces ni siquiera tenés cuerpo. Pero sos la imaginación más real que tengo. Estoy seguro de que existís, pero simplemente no al lado mío. Al menos no por ahora. Y caminás libremente por mis pensamientos, flotando entre mis decisiones como un fantasma prohibitivo que me hace quedarme en la dirección correcta.
Quisiera poder entrar en tus sueños, para que te levantes pensando en quién era ese entrometido que por suerte estuvo ahí. Quisiera que no quieras mirarme a los ojos, pero solo porque sabés que si lo haces no vas a poder mirar para otro lado. Quisiera que me hables de lo que te apasiona de tal manera que me apasione a mí. Quisiera que te enojes conmigo porque ya te duele la cara de sonreír.
A veces te pienso entre mis fantasías más mundanas, porque esas son en realidad las más importantes. Te veo acurrucada en un día de lluvia y también comiendo apurada un helado antes de que lo derrita el sol. Te veo saludando a mi familia o conociendo la casa donde crecí. Y veo la tuya, la imagino como un refugio de sueños y un bastión de fantasías. Te veo contándome tu historia, y te veo imaginando la nuestra en voz alta.
Quisiera que escuches todo esto mientras te mordés los labios y revoleás los ojos. Quisiera que me digas que soy un cursi, un grasa, un cliché, y yo te admitiría que sí, pero te diría que si no hago esto para vos, no lo hago para nadie. Quisiera que te burles de mis intentos burdos por expresarte algo que ya te sabés de memoria.
Es que últimamente, te confieso, estuvo muy difícil. Me sentí... abandonado. ¿Quién quiere darle la bienvenida a alguien que ya agotó sus despedidas? Sin embargo, ahí es cuando te imagino con más fuerza. No me importa el color de tus ojos, yo quiero calmarme con el color de tu voz. No me importa de dónde venís, quiero saber a dónde vas. No me importa la música que escuchás, sino la música que vas a hacer conmigo.
Las fuentes donde nos encontraríamos ya están llenas de monedas con tu nombre grabado. Los puentes que cruzaríamos, despacito y admirando el horizonte, ya tienen el candado que creíamos que nos hacía falta. Los bares y los teatros ya tienen el asiento reservado para nosotros. Y me parece, quiero que así sea, que vos ya sabés todo esto.
Quizás si te deseo con más fuerza, aparecés. En una de esas, la frustración por las oportunidades perdidas sirve para agigantar la sorpresa que espero algún día llegue. Confío en que existe al menos una mínima posibilidad de que vos jamás leas esto, pero únicamente porque ya sabés su contenido. Porque, bien en el fondo, lo único que me preocupa es si vos ya escribiste lo mismo que yo o si, todavía, lo seguís leyendo entre autores de amores frustrados y películas de corazones rotos, que alimentan el deseo de agarrar una pluma y, finalmente, compartirla conmigo.
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