Creo que fue diciembre
Creo que fue diciembre cuando me dijiste y yo no te creí. Mi psicóloga me aseguró que era una negación total, pero a ella tampoco le creí. Simplemente no pensé que pasaría. Me enojé porque tenía la seguridad de que me mentías, y por un tiempo no te hablé. ¿Te acordás? Y ahora es gracioso, porque hace dos horas que estoy mirando el celular, esperando una notificación que no va a llegar. Y creo que te extraño un poco más que ayer.
Yo no sé si te acordás, espero que sí. A veces me paso la tarde entera recordándonos, hasta te diría que por las dudas lo hago por los dos. Y se me escapan sonrisas convertidas en lágrimas mientras miro el techo e intento pintarlo de nosotros haciendo fuerza con mi imaginación. Sí, ya sé, quedaría bastante feo, pero al menos sería una de las pocas fotos que tendríamos. Y así, creo, te extrañaría menos.
Cuando no me llegan las notificaciones, abro nuestro chat y ensayo un mensaje en el que te pregunto cómo estás y qué fue de tu vida durante todo este tiempo. Veo el último “nos vemos” que cerró la conversación en diciembre, copio el mensaje y lo transformo en un “nos veremos”, aunque no lo mando por miedo a que me contestes. ¿Qué me dirías? Algún chiste, seguro. Igual no me reiría porque, creeme, ya los imaginé todos. Y así lograba no extrañarte tanto.
Es feo verte por la calle. No, verte no es la palabra. Confundirte, quizás. Jamás te encontré, pero tantas veces pensé que lo había hecho. Y me convertía en un manojo de nervios, mis manos transpiraban y temblaban, la mirada se me hacía borrosa y me ponía a ver el celular, casi deseando que llegara un mensaje tuyo que dijera: “Te vi, pero no podía quedarme. ¡Arreglemos para tomar algo!”. Al menos así me podría preparar para dejar de extrañarte, o al menos cambiar la forma de hacerlo. ¿Podrías quedarte?
Siempre te quería hacer reír a vos, ¿te acordás? No sé, sigo pensando que tu risa es más importante que las demás. Pero te envidiaba un poco, porque cada cosa que decías era ligeramente más graciosa que cualquiera de las mías. Y también me hacías llorar, porque tenías la palabra justa y el abrazo exacto en los momentos donde no los quería, pero sí los necesitaba. ¿Y sabés que es una de las cosas que más extraño? Tu pañuelo de tela, que siempre lo tenías en el bolsillo para las emergencias que, de alguna forma, sabías que se venían. ¿Lo seguís teniendo?
Creo que fue diciembre cuando me enteré de que había logrado reírme sin vos al lado mío. Claro que eso me puso aún más triste, porque me di cuenta de que no podía contártelo. ¿Sabés lo caro que es extrañarte? Antes no me importaba gastar para que nos divirtiéramos, pero ahora gasto por los dos y un poco más, el excedente que creo necesario para que estés presente. Sí, creo que fue diciembre.
¿Y si mejor te llamo? Tardarías como tres llamadas en atenderme, pero después hablaríamos una media hora, lo suficiente para que me dijeras: “¿Y si mejor nos vemos?” Sí, mejor veámonos. Creo que imaginarnos (acordate que lo hago por ambos) ya no alcanza. Todavía no me olvidé de tu número de teléfono, pero creo que me convendría hacerlo, ¿no? Me veo al espejo y veo un extraño, quizás por extrañarte.
Ahora me arrepiento de no haberte escrito más cartas. En una de esas te las llevabas con vos. Es que creo que fue en diciembre cuando me contaste lo que estaba pasando. Y ahí comencé a admirarte. Porque después todo era tan fantástico que por momentos me olvidaba de la realidad. Hasta deseé que me pasara algo parecido, como para entenderte, pero solo lo digo ahora, porque, si me leyeras, ya me estarías retando por querer semejante estupidez. ¿Cómo puede ser que extrañe hasta tus enojos?
Me parece que ya es tiempo de dejar de jugar a las escondidas. Creo que fue otro diciembre cuando pude aceptar que iba a extrañarte, mucho y para siempre. Vivir con el dolor o esperar a que sane la herida, ese es el desafío que me plantearon. No sé quién te estaba buscando, y si te escapaste vos o te llevaron ellos. Todavía sueño que volvés, amigo. Dale, vení. Por un rato. Para que al menos te pregunte si había sido en diciembre, porque yo creo que sí, pero no me acuerdo bien. Donde sea que estés, si estás todavía, sabé que yo, acá, te sigo esperando.
Comentarios
Publicar un comentario